Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Josué 8, 26-33

26 Josué no retiró la mano que tenía extendida con el dardo hasta que
consagró al anatema a todos los habitantes de Ay.

27 Israel se repartió solamente el ganado y los despojos de dicha
ciudad, según la orden que Yahveh había dado a Josué.

28 Josué incendió Ay y la convirtió para siempre en una ruina, en
desolación hasta el día de hoy.

29 Al rey de Ay lo colgó de un árbol hasta la tarde; y a la puesta del
sol ordenó Josué que bajaran el cadáver del árbol. Lo echaron luego
a la
entrada de la puerta de la ciudad y amontonaron sobre él un gran montón de
piedras, que existe todavía hoy.

30 Entonces Josué construyó un altar a Yahveh, Dios de Israel, en el
monte Ebal,

31 como había mandado Moisés, siervo de Yahveh, a los israelitas,
según está escrito en el libro de la Ley de Moisés: un altar de piedras sin
labrar, a las que no haya tocado el hierro. Ofrecieron sobre él holocaustos a
Yahveh e inmolaron sacrificios de comunión.

32 Josué escribió allí mismo, sobre las piedras, una copia de la Ley
que Moisés había escrito delante de los israelitas.

33 Y todo Israel, sus ancianos, sus escribas y sus jueces, de pie a los
lados del arca, delante de los sacerdotes levitas que llevaban el arca de la
alianza de Yahveh, todos, tanto forasteros como ciudadanos, se
colocaron
la mitad en la falda del monte Garizim y la otra mitad en la falda del monte
Ebal, según la orden de Moisés, siervo de Yahveh, para bendecir por
primera vez al pueblo de Israel.