Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Juan 11, 1-50

1 Había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de
su hermana Marta.

2 María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con
sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo.

3 Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú
quieres, está enfermo.»

4 Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la
gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»

5 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.

6 Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más
en el lugar donde se encontraba.

7 Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a
Judea.»

8 Le dicen los discípulos: «Rabbí, con que hace poco los judíos
querían apedrearte, ¿y vuelves allí?»

9 Jesús respondió: «¿No son doce las horas del día? Si uno anda de
día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo;


10 pero si uno anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él.»
11 Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a

despertarle.»

12 Le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se curará.»

13 Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba
del descanso del sueño.

14 Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto,

15 y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis.

Pero vayamos donde él.»

16 Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos:

«Vayamos también nosotros a morir con él.»

17 Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro
días en el sepulcro.

18 Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios,

19 y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para
consolarlas por su hermano.

20 Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro,
mientras María permanecía en casa.

21 Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría
muerto mi hermano.

22 Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo
concederá.»

23 Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.»

24 Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el
último día.»

25 Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí,
aunque muera, vivirá;

26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»

27 Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de
Dios, el que iba a venir al mundo.»

28 Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El
Maestro está ahí y te llama.»

29 Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente, y se fue donde él.
30 Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el

lugar donde Marta lo había encontrado.

31 Los judíos que estaban con María en casa consolándola, al ver que
se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro
para llorar allí.

32 Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y
le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.»

33 Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la
acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó

34 y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?» Le responden: «Señor, ven y lo
verás.»

35 Jesús se echó a llorar.

36 Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería.»


37 Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego,

¿no podía haber hecho que éste no muriera?»

38 Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al
sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra.

39 Dice Jesús: «Quitad la piedra.» Le responde Marta, la hermana del
muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día.»

40 Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria
de
Dios?»

41 Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto
y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado.

42 Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos
que me rodean, para que crean que tú me has enviado.»

43 Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!»

44 Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el
rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar.»

45 Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo
que había hecho, creyeron en él.

46 Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo
que había hecho Jesús.

47 Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y
decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales.

48 Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los
romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación.»

49 Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año,
les dijo: «Vosotros no sabéis nada,

50 ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el
pueblo y no perezca toda la nación.»