25 Se suscitó una discusión entre los discípulos de Juan y un judío
acerca de la purificación.
26 Fueron, pues, donde Juan y le dijeron: «Rabbí, el que estaba
contigo al otro lado del Jordán, aquel de quien diste testimonio, mira, está
bautizando y todos se van a él.»
27 Juan respondió: «Nadie puede recibir nada si no se le ha dado del
cielo.
28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: “Yo no soy el
Cristo, sino que he sido enviado delante de él.”
29 El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, el que
asiste y le oye, se alegra mucho con la voz del novio. Esta es,
pues, mi
alegría, que ha alcanzado su plenitud.
30 Es preciso que él crezca y que yo disminuya.
31 El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de
la
tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo,
32 da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo
acepta.
33 El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.
34 Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios,
porque da el Espíritu sin medida.
35 El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano.