Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Juan 6, 7-69

7 Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que
cada uno tome un poco.»

8 Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro:
9 «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos

peces; pero ¿qué es eso para tantos?»

10 Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente.» Había en el lugar
mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos 5.000.

11 Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los
repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que
quisieron.

12 Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos
sobrantes para que nada se pierda.»

13 Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los
cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.

14 Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Este es
verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo.»

15 Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la
fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo.

16 Al atardecer, bajaron sus discípulos a la orilla del mar,

17 y subiendo a una barca, se dirigían al otro lado del mar, a
Cafarnaúm. Había ya oscurecido, y Jesús todavía no había venido donde
ellos;

18 soplaba un fuerte viento y el mar comenzó a encresparse.

19 Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios, ven a
Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo.

20 Pero él les dijo: «Soy yo. No temáis.»

21 Quisieron recogerle en la barca, pero en seguida la barca tocó tierra
en el lugar a donde se dirigían.

22 Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del
mar, vio que allí no había más que una barca y que Jesús no había montado


en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado
solos.

23 Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían
comido pan.

24 Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus
discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús.

25 Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has
llegado aquí?»

26 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me
buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los
panes y os habéis saciado.

27 Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que
permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre,
porque a
éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.»

28 Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de
Dios?»

29 Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien él ha
enviado.»

30 Ellos entonces le dijeron: «¿Qué señal haces para que viéndola
creamos en ti? ¿Qué obra realizas?

31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está
escrito: = Pan del cielo les dio a comer.» =

32 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés
quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del
cielo;

33 porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida
al
mundo.»

34 Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.»

35 Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no
tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.

36 Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis.

37 Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo
echaré fuera;

38 porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la
voluntad del que me ha enviado.

39 Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de
lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día.

40 Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo
y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.»

41 Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan
que ha bajado del cielo.»

42 Y decían: «¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre
conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?»

43 Jesús les respondió: «No murmuréis entre vosotros.

44 «Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae;
y yo le resucitaré el último día.


45 Está escrito en los profetas: = Serán todos enseñados por Dios. =
Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.

46 No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de
Dios, ése ha visto al Padre.

47 En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna.
48 Yo soy el pan de la vida.

49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron;

50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.
51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan,

vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del
mundo.»

52 Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a
comer su carne?»

53 Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne
del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.

54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le
resucitaré el último día.

55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera
bebida.

56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en

él.

57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el

Padre, también el que me coma vivirá por mí.

58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros
padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»

59 Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.

60 Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje.

¿Quién puede escucharlo?»

61 Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban
por esto, les dijo: «¿Esto os escandaliza?

62 ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?...
63 «El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada.
Las

palabras que os he dicho son espíritu y son vida.

64 «Pero hay entre vosotros algunos que no creen.» Porque Jesús
sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo
iba a entregar.

65 Y decía: «Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se
lo concede el Padre.»

66 Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya
no andaban con él.

67 Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También vosotros queréis
marcharos?»

68 Le respondió Simón Pedro: «Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú
tienes palabras de vida eterna,

69 y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.»