4 y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante
adulterio.
5 Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué
dices?»
6 Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acuasarle. Pero Jesús,
inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra.
7 Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les
dijo:
«Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.»
8 E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.
9 Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras
otro,
comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer,
que
seguía en medio.