8 Igualmente éstos, a pesar de todo, alucinados en sus delirios,
manchan la carne, desprecian al Señorío e injurian a las Glorias.
9 En cambio el arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo
disputándose el cuerpo de Moisés, no se atrevió a pronunciar contra
él
juicio injurioso, sino que dijo: = «Que te castigue el Señor». =
10 Pero éstos injurian lo que ignoran y se corrompen en las cosas que,
como animales irracionales, conocen por instinto.
11 ¡Ay de ellos!, porque se han ido por el camino de Caín, y por un
salario se han abandonado al descarrío de Balaam, y han perecido en
la
rebelión de Coré.
12 Estos son una mancha cuando banquetean desvergonzadamente en
vuestros ágapes y se apacientan a sí mismos; son nubes sin
agua
zarandeadas por el viento, árboles de otoño sin frutos, dos veces muertos,
arrancados de raíz;
13 son olas salvajes del mar, que echan la espuma de su propia
vergüenza, estrellas errantes a quienes está reservada la oscuridad de
las
tinieblas para siempre.
14 Henoc, el séptimo después de Adán, profetizó ya sobre ellos:
«Mirad, el Señor ha venido con sus santas miríadas
15 para realizar el juicio contra todos y dejar convictos a todos
los
impíos de todas las obras de impiedad que realizaron y de todas las palabras
duras que hablaron contra él los pecadores impíos.»
16 Estos son unos murmuradores, descontentos de su suerte, que viven
según sus pasiones, = cuya boca dice palabras altisonantes, = que adulan
por interés.