2 Tampoco contra tu pueblo de la montaña habría alzado yo mi lanza,
si ellos no me hubieran despreciado; pero ellos mismos lo han querido.
3 Dime ahora por qué razón huyes de ellos y te pasas a nosotros.
Desde luego, al venir aquí te has salvado. Ten confianza; vivirás esta noche
y las restantes.
4 Nadie te hará ningún mal; serás bien tratada, como se hace con los
siervos de mi señor, el rey Nabucodonosor.»
5 Respondió Judit: «Acoge las palabras de tu sierva, y que tu sierva
pueda hablar en tu presencia. Ninguna falsedad diré esta noche a mi señor.
6 Si te dignas seguir los consejos de tu sierva, Dios actuará contigo
hasta el fin y mi señor no fracasará en sus proyectos.