12 Sería una vergüenza para nosotros que dejáramos marchar a tal
mujer sin habernos entretenido con ella. Si no somos capaces de atraerla,
luego hará burla de nosotros.»
13 Salió Bagoas de la presencia de Holofernes, entró en la tienda de
Judit y dijo: «Que esta bella esclava no se niegue a venir donde mi señor,
para ser honrada en su presencia, para beber vino alegremente con nosotros
y ser, en esta ocasión, como una de las hijas de los asirios que viven en el
palacio de Nabucodonosor.»
14 Judit le respondió: «¿Quién soy yo para oponerme a mi señor?
Haré prontamente todo cuanto le agrade y ello será para mí motivo de gozo
mientras viva.»
15 Después se levantó y se engalanó con sus vestidos y todos sus
ornatos femeninos. Se adelantó su sierva para extender en tierra,
frente a
Holofernes, los tapices que había recibido de Bagoas para el uso cotidiano,
con el fin de que pudiera tomar la comida reclinada sobre ellos.
16 Entrando luego Judit, se reclinó. El corazón de Holofernes quedó
arrebatado por ella, su alma quedó turbada y experimentó un violento deseo
de unirse a ella, pues desde el día que la vio, andaba buscando ocasión de
seducirla.