9 Y, ya purificada, entraba en la tienda y allí permanecía hasta que le
traían su comida de la tarde.
10 Al cuarto día, dio Holofernes un banquete exclusivamente para sus
oficiales; no invitó a ninguno de los encargados de los servicios.
11 Dijo, pues, a Bagoas, el eunuco que tenía al frente de sus
negocios: «Trata de persuadir a esa mujer hebrea que tienes contigo,
que
venga a comer y beber con nosotros.
12 Sería una vergüenza para nosotros que dejáramos marchar a tal
mujer sin habernos entretenido con ella. Si no somos capaces de atraerla,
luego hará burla de nosotros.»
13 Salió Bagoas de la presencia de Holofernes, entró en la tienda de
Judit y dijo: «Que esta bella esclava no se niegue a venir donde mi señor,
para ser honrada en su presencia, para beber vino alegremente con nosotros
y ser, en esta ocasión, como una de las hijas de los asirios que viven en el
palacio de Nabucodonosor.»
14 Judit le respondió: «¿Quién soy yo para oponerme a mi señor?
Haré prontamente todo cuanto le agrade y ello será para mí motivo de gozo
mientras viva.»
15 Después se levantó y se engalanó con sus vestidos y todos sus
ornatos femeninos. Se adelantó su sierva para extender en tierra,
frente a
Holofernes, los tapices que había recibido de Bagoas para el uso cotidiano,
con el fin de que pudiera tomar la comida reclinada sobre ellos.
16 Entrando luego Judit, se reclinó. El corazón de Holofernes quedó
arrebatado por ella, su alma quedó turbada y experimentó un violento deseo
de unirse a ella, pues desde el día que la vio, andaba buscando ocasión de
seducirla.
17 Díjole Holofernes: «¡Bebe, pues, y comparte la alegría con
nosotros!»
18 Judit respondió: «Beberé señor; pues nunca, desde el día en que
nací, nunca estimé en tanto mi vida como ahora.»