15 Como nadie respondía, apartó la cortina, entró en el dormitorio, y
lo encontró tendido sobre el umbral muerto y decapitado.
16 Dio entonces una gran voz, con gemido y llanto y fuertes alaridos,
al tiempo que rasgaba sus vestiduras.
17 Entró luego en la tienda en que se había aposentado Judit, y al no
verla, se precipitó hacia la tropa gritando:
18 «¡Esas esclavas eran unas pérfidas! Una sola mujer hebrea ha
llenado de vergüenza la casa del rey Nabucodonosor. ¡Mirad a Holofernes,
derribado en tierra y decapitado!»
19 Cuando los jefes del ejército asirio oyeron estas palabras, su ánimo
quedó turbado hasta el extremo, rasgaron sus túnicas y lanzaron
grandes
gritos y voces por todo el campamento.