Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Judit 14, 4-18

4 Entonces, vosotros y todos los habitantes del territorio de Israel,
saldréis en su persecución y los abatiréis en la retirada.

5 «Pero antes, traed aquí a Ajior el ammonita, para que vea y
reconozca al que despreciaba a la casa de Israel, al que le envió a nosotros
como destinado a la muerte.»

6 Hicieron, pues, venir a Ajior desde la casa de Ozías. Al llegar y ver
que uno de los hombres de la asamblea del pueblo tenía en la mano
la
cabeza de Holofernes, cayó al suelo, desvanecido.

7 Cuando le reanimaron, se echó a los pies de Judit, se postró ante
ella y dijo: «¡Bendita seas en todas las tiendas de Judá y en
todas las
naciones que, cuando oigan pronunciar tu nombre, se sentirán turbadas!»

8 «Y ahora, cuéntame lo que has hecho durante este tiempo.» Judit le
contó, en medio del pueblo, todo cuanto había hecho, desde que salió hasta
el momento en que les estaba hablando.

9 Cuando hubo acabado su relato, todo el pueblo lanzó grandes
aclamaciones y en toda la ciudad resonaron los gritos de alegría.

10 Ajior, por su parte, viendo todo cuanto había hecho el Dios de
Israel, creyó en él firmemente, se hizo circuncidar y quedó anexionado para
siempre a la casa de Israel.

11 Apenas despuntó el alba, colgaron de la muralla la cabeza de
Holofernes, tomaron las armas todos los hombres de Israel y salieron, por
grupos, hacia las subidas.

12 Al verlos los asirios, communicaron la novedad a sus oficiales, y
éstos la fueron comunicando a sus estrategas y comandantes y a todos sus
jefes,

13 hasta llegar a la tienda de Holofernes. Dijeron, pues, a su
intendente general: «Despierta a nuestro señor, porque esos esclavos tienen
la osadía de bajar a combatir contra nosotros, para hacerse exterminar
completamente.»

14 Entró, pues, Bagoas y dio palmadas ante la cortina de la tienda,
porque suponía que Holofernes estaría durmiendo con Judit.

15 Como nadie respondía, apartó la cortina, entró en el dormitorio, y
lo encontró tendido sobre el umbral muerto y decapitado.


16 Dio entonces una gran voz, con gemido y llanto y fuertes alaridos,
al tiempo que rasgaba sus vestiduras.

17 Entró luego en la tienda en que se había aposentado Judit, y al no
verla, se precipitó hacia la tropa gritando:

18 «¡Esas esclavas eran unas pérfidas! Una sola mujer hebrea ha
llenado de vergüenza la casa del rey Nabucodonosor. ¡Mirad a Holofernes,
derribado en tierra y decapitado!»