6 En cuanto a los demás habitantes de Betulia, cayeron sobre el
campamento asirio, le saquearon y obtuvieron grandes riquezas.
7 Los israelitas, de vuelta de la matanza, se hicieron dueños del resto;
también los de las aldeas y granjas de la montaña y del llano obtuvieron
gran botín, porque había una abundancia incalculable.
8 El sumo sacerdote Yoyaquim, con el Consejo de Ancianos de Israel
y los habitantes de Jerusalén, vinieron a contemplar los bienes que el Señor
había hecho a Israel, y a ver y saludar a Judit.
9 En llegando a su presencia, todos a una voz la bendijeron diciendo:
«Tú eres la exaltación de Jerusalén, tú el gran orgullo de Israel,
tú la
suprema gloria de nuestra raza.
10 Al hacer todo esto por tu mano has procurado la dicha de Israel y
Dios se ha complacido en lo que has hecho. Bendita seas del Señor
Omnipotente por siglos infinitos.» Y todo el pueblo respondió: «¡Amén!»
11 Todo el pueblo estuvo recogiendo botín del campamento durante
treinta días; dieron a Judit la tienda de Holofernes, con toda su vajilla
de
plata, sus divanes, sus vasijas y todo su mobiliario. Ella lo tomó y lo cargó
sobre su mula, preparó sus carros y los amontonó todo encima.
12 Todas las mujeres de Israel acudieron para verla y la bendecían
danzando en coro. Judit tomaba tirsos con la mano y los distribuía entre las
mujeres que estaban a su lado.
13 Ellas y sus acompañantes se coronaron con coronas de olivo;
después, dirigiendo el coro de las mujeres, se puso danzando a la cabeza de
todo el pueblo. La seguían los hombres de Israel, armados de sus
armas,
llevando coronas y cantando himnos.