18 Cuando llegaron a Jerusalén, adoraron a Dios, y una vez
purificado el pueblo, ofrecieron sus holocaustos, sus ofrendas voluntarias y
sus regalos.
19 Judit ofreció todo el mobiliario de Holofernes, que el pueblo le
había concedido, y entregó a Dios en anatema las colgaduras que ella
misma había tomado del dormitorio de Holofernes.
20 Durante tres meses permaneció el pueblo en Jerusalén, celebrando
festejos delante de santuario. También Judit estaba presente.
21 Pasados aquellos días, se volvió cada uno a su heredad. Judit
regresó a Betulia, donde vivió disfrutando de su hacienda; fue en su tiempo
muy famosa en toda aquella tierra.