5 El Señor Omnipotente por mano de mujer los anuló.
6 Que no fue derribado su caudillo por jóvenes guerreros, ni le
hirieron hijos de Titanes, ni altivos gigantes le vencieron; le subyugó Judit,
hija de Merarí, con sólo la hermosura de su rostro.
7 Se despojó de sus vestidos de viudez, para exaltar a los afligidos de
Israel; ungió su rostro de perfumes,
8 prendió con una cinta sus cabellos, ropa de lino vistió para
seducirle.
9 La sandalia de ella le robó los ojos, su belleza cautivóle el alma ¡y
la cimitarra atravesó su cuello!
10 Se estremecieron los persas por su audacia, se turbaron los medos
por su temeridad.
11 Entonces clamaron mis humildes, y ellos temieron; clamaron mis
débiles y ellos quedaron aterrados; alzaron su voz éstos, y ellos se dieron a
la fuga.
12 Hijos de jovenzuelas los asaetearon, como a hijos de desertores los
hirieron, perdieron en la batalla contra mi Señor.
13 Cantaré a mi Dios un cantar nuevo: «¡Tú eres grande, Señor, eres
glorioso, admirable en poder e insuperable!»
14 Sírvante a ti las criaturas todas, pues hablaste tú y fueron hechas,
enviaste tu espíritu y las hizo, y nadie puede resitir tu voz.
15 Pues los montes, desde sus cimientos, serán sacudidos con las
aguas; las rocas en tu presencia se fundirán como cera; pero con aquellos
que te temen, te muestras tú siempre propicio.
16 Porque es muy poca cosa todo sacrificio de calmante aroma, y
apenas es nada la grasa para serte ofrecida en holocausto. Mas quien teme
al Señor será grande para siempre.
17 ¡Ay de las naciones que se alzan contra mi raza! El Señor
Omnipotente les dará el castigo en el día del juicio. Entregará sus cuerpos al
fuego y a los gusanos, y gemirán en dolor eternamente.