20 Así pues, dueño y señor, si hay algún extravío en este pueblo, si
han pecado contra su Dios, y vemos que hay en ellos alguna causa de ruina,
subamos y ataquémoslos.
21 Pero si no hay iniquidad en esa gente, que mi señor se detenga, no
sea que su Dios y Señor les proteja con su escudo y nos hagamos nosotros
la irrisión de toda la tierra.»
22 En acabando de decir Ajior todas estas palabras, se alzó un
murmullo entre toda la gente que estaba en torno de la tienda, y
los
magnates de Holofernes y los habitantes de la costa y de Moab hablaron de
despedazarle.
23 «¡No tememos a los israelitas! No son gente que tenga fuerza ni
vigor para un encuentro violento.
24 ¡Subamos y serán un bocado para todo tu ejército, señor,
Holofernes!»