5 Entonces Ajior, general de todos los ammonitas, le dijo: «Escuche
mi señor las palabras de la boca de tu siervo y te diré la verdad sobre este
pueblo que habita esta montaña junto a la que te encuentras. No
saldrá
mentira de la boca de tu siervo.
6 Este pueblo desciende de los caldeos.
7 Al principio se fueron a residir a Mesopotamia, porque no quisieron
seguir a los dioses de sus padres, que vivían en Caldea.
8 Se apartaron del camino de sus padres y adoraron al Dios del Cielo,
al Dios que habían reconocido. Por eso les arrojaron de la presencia de sus
dioses y ellos se refugiaron en Mesopotamia, donde residieron por mucho
tiempo.
9 Su Dios les ordenó salir de su casa y marchar a la tierra de Canaán;
se establecieron en ella y fueron colmados de oro, de plata y de
gran
cantidad de ganado.
10 Bajaron después a Egipto, porque el hambre se extendió sobre la
superficie de la tierra de Canaán, y permanecieron allí mientras
tuvieron
alimentos. Allí se hicieron muy numerosos, de modo que no se podía contar
a los de su raza.
11 Pero el rey de Egipto se alzó contra ellos y los engañó con el
trabajo de los ladrillos, los humilló y los redujo a esclavitud.