7 Al principio se fueron a residir a Mesopotamia, porque no quisieron
seguir a los dioses de sus padres, que vivían en Caldea.
8 Se apartaron del camino de sus padres y adoraron al Dios del Cielo,
al Dios que habían reconocido. Por eso les arrojaron de la presencia de sus
dioses y ellos se refugiaron en Mesopotamia, donde residieron por mucho
tiempo.
9 Su Dios les ordenó salir de su casa y marchar a la tierra de Canaán;
se establecieron en ella y fueron colmados de oro, de plata y de
gran
cantidad de ganado.
10 Bajaron después a Egipto, porque el hambre se extendió sobre la
superficie de la tierra de Canaán, y permanecieron allí mientras
tuvieron
alimentos. Allí se hicieron muy numerosos, de modo que no se podía contar
a los de su raza.
11 Pero el rey de Egipto se alzó contra ellos y los engañó con el
trabajo de los ladrillos, los humilló y los redujo a esclavitud.
12 Clamaron a su Dios, que castigó la tierra de Egipto con plagas
incurables. Los egipcios, entonces, los arrojaron lejos de sí.
13 Dios secó a su paso el mar Rojo,
14 y los condujo por el camino del Sinaí y Cadés Barnea. Arrojaron a
todos los moradores del desierto,
15 se establecieron en el país de los amorreos y aniquilaron por la
fuerza a todos los jesbonitas. Pasaron el Jordán y se apoderaron de toda la
montaña,
16 expulsaron ante ellos al cananeo, al perizita, al jebuseo, a los
siquemitas y a todos los guirgasitas, y habitaron allí por mucho tiempo.
17 Mientras no pecaron contra su Dios vivieron en prosperidad,
porque está en medio de ellos un Dios que odia la iniquidad.
18 Pero cuando se apartaron del camino que les había impuesto,
fueron duramente aniquilados por múltiples guerras, y deportados a
tierra
extraña; el Templo de su Dios fue arrasado y sus ciudades cayeron en poder
de sus adversarios.
19 Pero ahora, habiéndose convertido a su Dios, han vuelto de los
diversos lugares en que habían sido dispersados, han tomado posesión
de
Jerusalén, donde se encuentra su santuario, y se han estabecido en la
montaña que había quedado desierta.