18 Entonces el pueblo se postró, adoró a Dios y clamó:
19 «Señor, Dios del cielo, mira su soberbia, compadécete de la
humillación de nuestra raza y mira con piedad el rostro de los que te están
consagrados».
20 Después dieron ánimos a Ajior y le felicitaron calurosamente,