4 y no podrán resistir el empuje de nuestros caballos. Los pasaremos
a fuego sin distinción. Sus montes se embriagarán de su sangre y sus
llanuras se colmarán con sus cadáveres. No podrán mantenerse a pie firme
ante nosotros y serán totalmente destruidos, dice el rey Nabucodonosor,
Señor de toda la tierra. Porque lo ha dicho y no quedarán sin cumplimiento
sus palabras.
5 Cuanto a ti, Ajior, mercenario ammonita, que has dicho estas
palabras el día de tu iniquidad, a partir de ahora no verás ya mi rostro hasta
el día en que tome venganza de esa ralea venida de Egipto.
6 Entonces, el hierro de mis soldados y la lanza de mis servidores te
atravesará los costados y caerás junto a sus heridos, cuando yo me revuelva
contra ellos.