6 Entonces, el hierro de mis soldados y la lanza de mis servidores te
atravesará los costados y caerás junto a sus heridos, cuando yo me revuelva
contra ellos.
7 Mis servidores te van a llevar a la montaña y te van a dejar en una
de las ciudades que están en las subidas.
8 No perecerás sino cuando seas aniquilado justo con ellos.
9 Y no muestres un rostro tan abatido ya que en tu corazón esperas
que no serán conquistados. Así lo digo y no dejará de cumplirse ni una sola
de mis palabras.»
10 Holofernes ordenó a los servidores que estaban al servicio de su
tienda que tomasen a Ajior, lo llevasen a Betulia y lo entregasen en manos
de los israelitas.
11 Los servidores le agarraron y le condujeron fuera del campamento,
a la llanura; y de la llanura abierta pasaron a la región montañosa,
alcanzando las fuentes que había al pie de Betulia.
12 Cuando los hombres de la ciudad los divisaron desde la cumbre
del monte, corrieron a las armas y salieron fuera de la ciudad, a la cumbre
del monte, mientras los honderos dominaban la subida y disparaban sus
piedras contra ellos.
13 Entonces los asirios se deslizaron al pie del monte, ataron a Ajior,
lo dejaron tendido en la falda y se volvieron donde su señor.
14 Los israelitas bajaron de su ciudad, se acercaron y desatándole le
llevaron a Betulia y le presentaron a los jefes de la ciudad,
15 que en aquel tiempo eran Ozías, hijo de Miqueas, de la tribu de
Simeón, Jabrís, hijo de Gotoniel, y Jarmís, hijo de Melkiel.
16 Estos mandaron convocar a todos los ancianos de la ciudad. Se
unieron también a la asamblea todos lo jóvenes y las mujeres;
pusieron a
Ajior en medio de todo el pueblo y Ozías le interrogó acerca de los
sucedido.
17 Ajior respondió narrándoles las deliberaciones habidas en el
Consejo de Holofernes, todas las cosas que él mismo había dicho delante de
todos los jefes de los asirios y las bravatas que Holofernes había proferido
contra la casa de Israel.