20 34 días estuvieron cercados por todo el ejército asirio, infantes,
carros y jinetes. A todos las habitantes de Betulia se les acabaron
las
reservas de agua;
21 las cisternas se agotaron; ni un solo día podían beber
a
satisfacción, porque se les daba el agua racionada.
22 Los niños aparecían abatidos, las mujeres y los adolescentes
desfallecían de sed y caían en las plazas y a las salidas de las puertas de la
ciudad, faltos de fuerzas.
23 Todo el pueblo, los adolescentes, las mujeres y los niños, se
reunieron en torno a Ozías y a los jefes de la ciudad y clamaron a grandes
voces, diciendo delante de los ancianos:
24 «Juzgue Dios entre nosotros y vosotros, pues habéis cometido una
gran injusticia contra nosotros, por no haber hecho tentativas de
paz con
los asirios.
25 Y ahora no hay nadie que pueda valernos. Dios nos ha vendido en
sus manos, para sucumbir ante ellos de sed y destrucción total.
26 Llamadles ahora mismo y entregad toda la ciudad al saqueo de la
gente de Holofernes y de todo su ejército.
27 Mejor nos es convertirnos en botín suyo. Seremos sus esclavos,
pero salvaremos la vida y no tendremos que ver cómo, a nuestros ojos, se
mueren nuestros niños y expiran nuestras mujeres y nuestros hijos.
28 Os conjuramos por el cielo y por la tierra, y por nuestro Dios,
Señor de nuestros padres, que nos ha castigado por nuestros pecados, y por
los pecados de nuestros padres, que cumpláis ahora mismo
nuestros
deseos.»
29 Y toda la asamblea, a una, prorrumpió en gran llanto y clamaron, a
grandes voces, al Señor Dios.
30 Ozías les dijo: «Tened confianza, hermanos; resistamos aún cinco
días, y en este tiempo el Señor Dios nuestro volverá su compasión
hacia
nosotros, porque no nos ha de abandonar por siempre.