Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Judit 7, 8-32

8 Se acercaron entonces a él los príncipes de los hijos de Esaú, todos
los jefes de los moabitas y los generales del litoral, y le dijeron:


9 «Que nuestro señor escuche una palabra y no habrá ni un solo
herido en tu ejército.

10 Este pueblo de los israelitas no confía tanto en sus lanzas como en
las alturas de los montes en que habitan. De hecho no es fácil
escalar la
cumbre de estos montes.

11 «Por eso, señor, no pelees contra ellos en el orden de batalla
acostumbrado, para que no caiga ni un solo hombre de los tuyos.

12 Quédate en el campamento y conserva todos los hombres de tu
ejército. Que tus siervos se apoderen de la fuente que brota en la falda de la
montaña,

13 porque de ella se abastecen todos los habitantes de Betulia. La sed
los destruirá y tendrán que entregarte la ciudad. Nosotros y nuestro pueblo
ocuparemos las alturas de los montes cercanos y acamparemos en ellas,
vigilando para que no salga de la ciudad ni un solo hombre.

14 Ellos, sus mujeres y sus hijos, serán consumidos por el hambre y,
aun antes de que la espada les alcance, caerán tendidos por las plazas de su
ciudad.

15 Entonces les impondrás un duro castigo por haberse rebelado y no
haber salido a tu encuentro en son de paz.»

16 Parecieron bien estos consejos a Holofernes y a todos sus
oficiales, y ordenó que se ejecutara lo que proponían.

17 Se puso en marcha el ejército moabita, reforzado por 5.000 asirios,
acamparon en el valle y se apoderaron de los depósitos de agua y de las
fuentes de los israelitas.

18 Los edomitas y ammonitas, por su parte, acamparon en el monte,
frente a Dotán, y enviaron destacamentos hacia el sur y el este,
frente a
Egrebel, que está al lado de Jus, sobre el torrente Mojmur. El
resto del
ejército asirio quedó acampado en la llanura y cubría toda la superficie del
suelo. Sus tiendas y bagajes formaban un campamento inmenso, porque
eran una enorme muchedumbre.

19 Clamaron los israelitas al Señor su Dios, pues su ánimo empezaba
a flaquear, viendo que el enemigo les había cercado y cortado toda retirada.

20 34 días estuvieron cercados por todo el ejército asirio, infantes,
carros y jinetes. A todos las habitantes de Betulia se les acabaron
las
reservas de agua;

21 las cisternas se agotaron; ni un solo día podían beber
a
satisfacción, porque se les daba el agua racionada.

22 Los niños aparecían abatidos, las mujeres y los adolescentes
desfallecían de sed y caían en las plazas y a las salidas de las puertas de la
ciudad, faltos de fuerzas.


23 Todo el pueblo, los adolescentes, las mujeres y los niños, se
reunieron en torno a Ozías y a los jefes de la ciudad y clamaron a grandes
voces, diciendo delante de los ancianos:

24 «Juzgue Dios entre nosotros y vosotros, pues habéis cometido una
gran injusticia contra nosotros, por no haber hecho tentativas de
paz con
los asirios.

25 Y ahora no hay nadie que pueda valernos. Dios nos ha vendido en
sus manos, para sucumbir ante ellos de sed y destrucción total.

26 Llamadles ahora mismo y entregad toda la ciudad al saqueo de la
gente de Holofernes y de todo su ejército.

27 Mejor nos es convertirnos en botín suyo. Seremos sus esclavos,
pero salvaremos la vida y no tendremos que ver cómo, a nuestros ojos, se
mueren nuestros niños y expiran nuestras mujeres y nuestros hijos.

28 Os conjuramos por el cielo y por la tierra, y por nuestro Dios,
Señor de nuestros padres, que nos ha castigado por nuestros pecados, y por
los pecados de nuestros padres, que cumpláis ahora mismo
nuestros
deseos.»

29 Y toda la asamblea, a una, prorrumpió en gran llanto y clamaron, a
grandes voces, al Señor Dios.

30 Ozías les dijo: «Tened confianza, hermanos; resistamos aún cinco
días, y en este tiempo el Señor Dios nuestro volverá su compasión
hacia
nosotros, porque no nos ha de abandonar por siempre.

31 Pero si pasan estos días sin recibir ayuda cumpliré vuestros
deseos.»

32 Y despidió a la gente, cada cual a su puesto. Los hombres fueron a
las murallas y torres de la ciudad, y a las mujeres y niños los enviaron a
casa. Había en la ciudad un gran abatimiento.