18 «Verdad es que no hay en nuestro tiempo ni en nuestros días tribu,
familia, pueblo o ciudad de las nuestras que se postre ante dioses
hechos
por mano de hombre, como sucedió en otros tiempos,
19 en castigo de lo cual fueron nuestros padres entregados a la espada
y al saqueo, y sucumbieron desastradamente ante sus enemigos.
20 Pero nosotros no conocemos otro Dios que él, y en esto estriba
nuestra esperanza de que no nos mirará con desdén ni a nosotros
ni a
ninguno de nuestra raza.
21 «Porque si de hecho se apoderan de nosotros, caerá todo Judea;
nuestro santuario será saqueado y nosotros tendremos que responder de esta
profanación con nuestra propia sangre.
22 La muerte de nuestros hermanos, la deportación de esta tierra y la
devastación de nuestra heredad, caerá sobre nuestras cabezas, en medio de
las naciones en que estemos como esclavos y seremos para nuestros amos
escarnio y mofa,
23 ya que nuestra esclavitud no concluiría en benevolencia, sino que
el Señor nuestro Dios la convertiría en deshonra.