26 Recordad lo que hizo con Abraham, las pruebas por que hizo pasar
a Isaac, lo que aconteció a Jacob en Mesopotamia de Siria, cuando
pastoreaba los rebaños de Labán, el hermano de su madre.
27 Como les puso a ellos en el crisol para sondear sus corazones, así
el Señor nos hiere a nosotros, los que nos acercamos a él, no para
castigarnos, sino para amonestarnos.»
28 Ozías respondió: «En todo cuanto has dicho, has hablado con recto
juicio y nadie podrá oponerse a tus razones,
29 ya que no has empezado hoy a dar muestras de tu sabiduría, sino
que de antiguo conoce todo el pueblo tu inteligencia y la bondad
de los
pensamientos que forma tu corazón.
30 Pero el pueblo padecía gran sed y nos obligaron a pronunciar
aquellas palabras, y a comprometernos con un juramento que no podemos
violar.
31 Ahora, pues, tú que eres una mujer piadosa, pide por nosotros al
Señor que envíe lluvia para llenar nuestras cisternas, y así no nos veamos
acabados.»
32 Respondió Judit: «Escuchadme. Voy a hacer algo que se
transmitirá de generación en generación entre los hijos de nuestra raza.
33 Estad esta noche a la puerta de la ciudad. Yo saldré con mi sierva
y antes del plazo que os habéis fijado para entregar la ciudad a
nuestros
enemigos, visitará el Señor a Israel por mi mano.
34 No intentéis averiguar lo que quiero hacer, pues no lo diré hasta no
haberlo cumplido.»
35 Ozías y los jefes le dijeron: «Vete en paz y que el Señor Dios te
preceda para tomar venganza de nuestros enemigos.»