Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Judit 8, 30-33

30 Pero el pueblo padecía gran sed y nos obligaron a pronunciar
aquellas palabras, y a comprometernos con un juramento que no podemos
violar.

31 Ahora, pues, tú que eres una mujer piadosa, pide por nosotros al
Señor que envíe lluvia para llenar nuestras cisternas, y así no nos veamos
acabados.»

32 Respondió Judit: «Escuchadme. Voy a hacer algo que se
transmitirá de generación en generación entre los hijos de nuestra raza.


33 Estad esta noche a la puerta de la ciudad. Yo saldré con mi sierva
y antes del plazo que os habéis fijado para entregar la ciudad a
nuestros
enemigos, visitará el Señor a Israel por mi mano.