34 Cuando Jefté volvió a Mispá, a su casa, he aquí que su hija salía a
su encuentro bailando al son de las panderetas. Era su única hija; fuera de
ella no tenía ni hijo ni hija.
35 Al verla, rasgó sus vestiduras y gritó: «¡Ay, hija mía! ¡Me has
destrozado! ¿Habías de ser tú la causa de mi desgracia? Abrí la boca ante
Yahveh y no puedo volverme atrás.»
36 Ella le respondió: «Padre mío, has abierto tu boca ante Yahveh, haz
conmigo lo que salió de tu boca, ya que Yahveh te ha concedido vengarte
de tus enemigos los ammonitas.»
37 Después dijo a su padre: «Que se me conceda esta gracia: déjame
dos meses para ir a vagar por las montañas y llorar con mis compañeras mi
virginidad.»
38 El le dijo: «Vete.» Y la dejó marchar dos meses. Ella se fue con sus
compañeras y estuvo llorando su virginidad por los montes.
39 Al cabo de los dos meses, volvió donde su padre y él cumplió en
ella el voto que había hecho. La joven no había conocido varón. Y se hizo
costumbre en Israel: