Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Jueces 19, 16-30

16 Llegó un viejo que volvía por la tarde de sus faenas del campo. Era
un hombre de la montaña de Efraím que residía como forastero en Guibeá;
mientras que la gente del lugar era benjaminita.

17 Alzando los ojos, se fijó en el viajero que estaba en la plaza de la
ciudad, y el anciano le dijo: «¿A dónde vas y de dónde vienes?»

18 Y el otro le respondió: «Estamos de paso, venimos de Belén de
Judá y vamos hasta los confines de la montaña de Efraím, de donde soy. Fui
a Belén de Judá y ahora vuelvo a mi casa, pero nadie me ha
ofrecido su
casa.

19 Y eso que tenemos paja y forraje para nuestros asnos, y pan y vino
para mí, para tu sierva y para el joven que acompaña a tu siervo. No nos
falta de nada.»

20 El viejo le dijo: «La paz sea contigo; yo proveeré a todas tus
necesidades; pero no pases la noche en la plaza.»

21 Le llevó, pues, a su casa y echó pienso a los asnos. Y ellos
se
lavaron los pies, comieron y bebieron.

22 Mientras alegraban su corazón, los hombres de la ciudad, gente
malvada, cercaron la casa y golpeando la puerta le dijeron al viejo, dueño
de la casa: «Haz salir al hombre que ha entrado en tu casa para
que lo
conozcamos.»

23 El dueño de la casa salió donde ellos y les dijo: «No, hermanos
míos; no os portéis mal. Puesto que este hombre ha entrado en mi casa no
cometáis esa infamia.

24 Aquí está mi hija, que es doncella. Os la entregaré. Abusad de ella
y haced con ella lo que os parezca; pero no cometáis con este
hombre
semejante infamia.»

25 Pero aquellos hombres no quisieron escucharle. Entonces el
hombre tomó a su concubina y se la sacó fuera. Ellos la conocieron,
la
maltrataron toda la noche hasta la mañana y la dejaron al amanecer.

26 Llegó la mujer de madrugada y cayó a la entrada de la casa del
hombre donde estaba su marido; allí quedó hasta que fue de día.

27 Por la mañana se levantó su marido, abrió las puertas de la casa y
salió para continuar su camino; y vio que la mujer, su concubina, estaba
tendida a la entrada de la casa, con las manos en el umbral,


28 y le dijo: «Levántate, vámonos.» Pero no le respondió. Entonces el
hombre la cargó sobre su asno y se puso camino de su pueblo.

29 Llegado a su casa, cogió un cuchillo y tomando a su concubina la
partió miembro por miembro en doce trozos y los envió por todo el
territorio de Israel.

30 Y dio esta orden a su emisarios: «Esto habéis de decir a todos los
israelitas: ¿Se ha visto alguna vez cosa semejante desde que los
israelitas
subieron del país de Egipto hasta hoy? Pensad en ello, pedid consejo
y
tomad una decisión.» Y todos los que lo veían, decían: «Nunca ha ocurrido
ni se ha visto cosa igual desde que los israelitas subieron del país de Egipto
hasta hoy.»