20 El le dijo; «Estáte a la entrada de la tienda y si alguno
viene, te
pregunta y te dice: “¿Hay alguien aquí?, respóndele que no.»
21 Pero Yael, mujer de Jéber, cogió una clavija de la tienda, tomó el
martillo en su mano, se le acercó callando y le hincó la clavija en la sien
hasta clavarla en tierra. El estaba profundamente dormido, agotado de
cansancio; y murió.