5 Se sentaba bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la
montaña de Efraím; y los israelitas subían donde ella en busca de justicia.
6 Esta mandó llamar a Baraq, hijo de Abinoam, de Quédes de Neftalí,
y le dijo: «¿Acaso no te ordena esto Yahveh, Dios de Israel: “Vete, y en el
monte Tabor recluta y toma contigo 10.000 hombres de los hijos de Neftalí
y de los hijos de Zabulón.
7 Yo atraeré hacia ti al torrente Quison a Sísara, jefe del ejército de
Yabín, con sus carros y sus tropas, y los pondré en tus manos”?»
8 Baraq le respondió: «Si vienes tú conmigo, voy. Pero si no vienes
conmigo, no voy, porque no sé en qué día me dará la victoria el Ángel de
Yahveh.»
9 «Iré contigo - dijo ella - sólo que entonces no será tuya la gloria del
camino que emprendes, porque Yahveh entregará a Sísara en manos de una
mujer.» Débora se levantó y marchó con Baraq a Quédes.
10 Y Baraq convocó en Quédes a Zabulón y Neftalí. Subieron tras él
10.000 hombres y Débora subió con el.
11 Jéber el quenita, se había separado de la tribu de Caín y del clan de
los hijos de Jobab, el suegro de Moisés; había plantado su tienda cerca de
la Encina de Saanannim, cerca de Quédes.
12 Le comunicaron a Sísara que Baraq, hijo de Abinoam, había subido
al monte Tabor.
13 Reunió Sísara todos sus carros, y todas las tropas que tenía y las
llevó de Jaróset Haggoyim al Torrente de Quisón.
14 Débora dijo a Baraq: «Levántate, porque este es el día en que
Yahveh ha entregado a Sísara en tus manos. ¿No es cierto que Yahveh
marcha delante de ti?» Baraq bajó del monte Tabor seguido de los 10.000
hombres.
15 Yahveh sembró el pánico en Sísara, en todos sus carros y en todo
su ejército ante Baraq. Sísara bajó de su carro y huyó a pie.
16 Baraq persiguió a los carros y al ejército hasta Jaróset Haggoyim.
Todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada: no quedó ni uno.
17 Pero Sísara huyó a pie hacia la tienda de Yael, mujer de Jéber el
quenita, porque reinaba la paz entre Yabín, rey de Jasor, y la casa de Jéber
el quenita.
18 Yael salió al encuentro de Sísara y le dijo: «Entra, señor mío, entra
en mi casa. No temas.» Y entró en su tienda y ella lo tapó con un cobertor.
19 El le dijo: «Por favor, dame de beber un poco de agua, porque
tengo sed.» Ella abrió el odre de la leche, le dio de beber y lo
volvió a
tapar.
20 El le dijo; «Estáte a la entrada de la tienda y si alguno
viene, te
pregunta y te dice: “¿Hay alguien aquí?, respóndele que no.»