2 y la mano de Madián pesó sobre Israel. Para escapar de Madián, los
israelitas se valieron de las hendiduras de las montañas, de las cuevas y las
cumbres escarpadas.
3 Cuando sembraba Israel, venía Madián, con Amalec y los hijos de
Oriente: subían contra Israel,
4 acampaban en sus tierras y devastaban los productos de la tierra
hasta la entrada de Gaza. No dejaban víveres en Israel: ni ovejas, ni bueyes,
ni asnos,
5 porque subían numerosos como langostas, con sus ganados y sus
tiendas. Ellos y sus camellos eran innumerables e invadían el país
para
saquearlo.
6 Así Madián redujo a Israel a una gran miseria y los israelitas
clamaron a Yahveh.
7 Cuando los israelitas clamaron a Yahveh por causa de Madián,
8 Yahveh envió a los israelitas un profeta que les dijo: «Así habla
Yahveh, Dios de Israel: Yo os hice subir de Egipto, y os saqué de la casa de
servidumbre.
9 Os libré de la mano de los egipcios y de todos los que os oprimían.
Los arrojé de delante de vosotros, os di su tierra,
10 y os dije: “Yo soy Yahveh, vuestro Dios. No veneréis a los dioses
de los amorreos, en cuya tierra habitáis.” Pero no habéis escuchado
mi
voz.»
11 Vino el Ángel de Yahveh y se sentó bajo el terebinto de Ofrá, que
pertenecía a Joás de Abiézer. Su hijo Gedeón majaba trigo en el lagar para
ocultárselo a Madián,
12 cuando el Ángel de Yahveh se le apareció y le dijo: «Yahveh
contigo, valiente guerrero.»
13 Contestó Gedeón: «Perdón, señor mío. Si Yahveh está con nosotros
¿por qué nos ocurre todo esto? ¿Dónde están todos esos prodigios que nos
cuentan nuestros padres cuando dicen: “¿No nos hizo subir Yahveh de
Egipto?” Pero ahora Yahveh nos ha abandonado, nos ha entregado en
manos de Madián...»