2 Yahveh dijo a Gedeón: «Demasiado numeroso es el pueblo que te
acompaña para que ponga yo a Madián en sus manos; no se vaya a
enorgullecer Israel de ello a mi costa diciendo: “¡Mi propia mano me
ha
salvado!”
3 Ahora pues, pregona esto a oídos del pueblo: “El que tenga miedo y
tiemble, que se vuelva y mire desde el monte Gelboé”. 22.000 hombres de
la tropa se volvieron y quedaron 10.000.
4 Yahveh dijo a Gedeón: «Hay todavía demasiada gente; hazles bajar
al agua y allí te los pondré a prueba. Aquel de quien te diga:
“Que vaya
contigo”, ése irá contigo. Y aquel de quien te diga: “Que no vaya contigo”,
no ha de ir.»
5 Gedeón hizo bajar la gente al agua y Yahveh le dijo: «A todos los
que lamieren el agua con la lengua como lame un perro, los pondrás a un
lado y a todos los que se arrodillen para beber, los pondrás al otro.»
6 El número de los que lamieron el agua con las manos a la boca
resultó ser de trescientos. Todo el resto del pueblo se había arrodillado para
beber.
7 Entonces Yahveh dijo a Gedeón: «Con los trescientos hombres que
han lamido el agua os salvaré, y entregaré a Madián en tus manos.
Que
todos los demás vuelvan cada uno a su casa.»
8 Tomaron en sus manos las provisiones del pueblo y sus cuernos, y
mandó a todos los israelitas cada uno a su tienda, quedándose sólo con los
trescientos hombres. El campamento de Madián estaba debajo del suyo en
el valle.
9 Aquella noche le dijo Yahveh: «Levántate y baja al campamento,
porque lo he puesto en tus manos.
10 No obstante, si temes bajar, baja al campamento con tu criado Purá,
11 y escucha lo que dicen. Se fortalecerá tu mano con ello y luego
bajarás a atacar al campamento. Bajó, pues, con su criado Purá hasta
la
extremidad de las avanzadillas del campamento.
12 Madián, Amalec y todos los hijos de Oriente habían caído sobre el
valle, numerosos como langostas, y sus camellos eran innumerables como
la arena de la orilla del mar.
13 Se acercó Gedeón y he aquí que un hombre contaba un sueño a su
vecino; decía: «He tenido un sueño: una hogaza de pan de cebada rodaba
por el campamento de Madián, llegó hasta la tienda, chocó contra ella y la
volcó lo de arriba abajo.»
14 Su vecino le respondió: «Esto no puede significar más que la
espada de Gedeón, hijo de Joás, el israelita. Dios ha entregado en sus manos
a Madián y a todo el campamento.»
15 Cuando Gedeón oyó la narración del sueño y su explicación, se
postró, volvió al campamento de Israel y dijo: « ¡Levantaos! porque
Yahveh ha puesto en vuestras manos el campamento de Madián.»
16 Gedeón dividió a los trescientos hombres en tres cuerpos. Les dio a
todos cuernos y cántaros vacíos, con antorchas dentro de los cántaros.