7 No tomarán por esposa a una mujer prostituta ni profanada, ni
tampoco una mujer repudiada por su marido; pues el sacerdote
está
consagrado a su Dios.
8 Le tendrás por santo, porque él es quien presenta el alimento de tu
Dios; por tanto será santo para ti, pues santo soy yo, Yahveh, el
que os
santifico.
9 Si la hija de un sacerdote prostituyéndose se profana, a su padre
profana; será quemada.
10 El sumo sacerdote, superior a sus hermanos, sobre cuya cabeza fue
derramado el óleo de la unción y que recibió la investidura para vestir los
ornamentos, no llevará desgreñada su cabellera ni rasgará sus vestidos,
11 ni se acercará a ningún cadáver; ni siquiera por su padre o por su
madre puede hacerse impuro.