27 Si con esto no me obedecéis y seguís enfrentándoos conmigo,
28 yo me enfrentaré a vosotros con ira, y os castigaré yo mismo siete
veces más por vuestros pecados.
29 Comeréis la carne de vuestros hijos y la carne de vuestras hijas
comeréis.
30 Destruiré vuestros altos, abatiré vuestros altares de
incienso,
amontonaré vuestros cadáveres sobre los cadáveres de vuestros ídolos, y yo
mismo os aborreceré.
31 Reduciré vuestras ciudades a ruina y devastaré vuestros santuarios,
no aspiraré ya más vuestros calmantes aromas.
32 Yo asolaré la tierra, y de ello quedarán atónitos vuestros mismos
enemigos al venir a ocuparla.
33 A vosotros os esparciré entre las naciones, y desenvainaré la
espada en pos de vosotros. Vuestra tierra será un yermo y vuestras ciudades
una ruina.
34 Entonces pagará la tierra sus sábados, durante todos los días que
esté desolada mientras vosotros estéis en el país de vuestros
enemigos;
entonces sí que descansará la tierra y pagará sus sábados.
35 Durante todo el tiempo de la desolación descansará, por lo que no
pudo descansar en vuestros sábados cuando habitabais en ella.
36 A los que quedaren de vosotros, les infundiré pánico en sus
corazones, en el país de sus enemigos; el ruido de una hoja caída
los
ahuyentará, huirán como quien huye de la espada, y caerán sin que nadie los
persiga.
37 Se atropellarán unos a otros, como delante de la espada, aunque
nadie los persiga. No podréis teneros en pie en presencia de vuestros
enemigos.
38 Pereceréis entre las naciones, y os devorará el país de vuestros
enemigos.
39 Y quienes de vosotros sobrevivan, se pudrirán a causa de su
iniquidad en los países de vuestros enemigos; por las iniquidades de
sus
padres unidas a las suyas, se pudrirán.