19 Si el que consagró el campo desea rescatarlo, añadirá la quinta
parte al precio de la tasación, y será suyo.
20 Pero si nos rescata el campo, y éste se vende o otro, el campo no
podrá ser rescatado en adelante.
21 Ese campo, cuando quede libre en el jubileo, será consagrada a
Yahveh como campo de anatema y será propiedad del sacerdote.
22 Si alguno consagra a Yahveh un campo que compró y que no
forma parte de su propiedad,
23 el sacerdote calculará el importe de su valor hasta el año del
jubileo; y él pagará ese mismo día la suma de la tasación como cosa sagrada
de Yahveh.
24 El año del jubileo volverá el campo al vendedor, al que pertenece
como propiedad de la tierra.
25 Toda tasación se hará en siclos del santuario; veinte óbolos
equivalen a un siclo.
26 Nadie, sin embargo, podrá consagrar los primogénitos de su
ganado que ya, por ser tales, pertenecen a Yahveh. Sean del ganado mayor
o del menor, pertenecen a Yahveh.
27 Si se trata de un animal impuro, y lo quiere rescatar según la
tasación, añadirá la quinta parte al precio; pero si no es
rescatado, será
vendido, conforme a la tasación.
28 Nada de lo que a uno pertenece - hombre, animal o campo de su
propiedad - que haya sido consagrado a Yahveh con anatema podrá
venderse ni rescatarse. Todo anatema es cosa sacratísima para Yahveh.
29 Ningún ser humano consagrado como anatema podrá ser rescatado;
deberá morir.
30 El diezmo entero de la tierra, tanto de las semillas de la tierra como
de los frutos de los árboles, es de Yahveh; es cosa sagrada de Yahveh.
31 Si alguno quiere rescatar parte de su diezmo, añadirá la quinta parte
de su valor.
32 Todo diezmo de ganado mayor o menor, es decir, cada décima
cabeza que pasa bajo el cayado, será cosa sagrada de Yahveh.
33 No se escogerá entre animal bueno o malo, ni se le puede sustituir;
y si se hace cambio, tanto el animal permutado como su sustituto
serán
cosas sagradas; no podrán ser rescatados.