19 Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones,
y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño;
20 pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de
que vuestros nombres estén escritos en los cielos.»
21 En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y
dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque
has
ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado
a
pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.
22 Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es
el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el
Hijo se lo quiera revelar.»