31 Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio
un rodeo.
32 De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un
rodeo.
33 Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle
tuvo compasión;
34 y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y
montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de
él.
35 Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y
dijo: “Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.”
36 ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en
manos de los salteadores?»
37 El dijo: «El que practicó la misericordia con él.» Díjole Jesús:
«Vete y haz tú lo mismo.»
38 Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada
Marta, le recibió en su casa.
39 Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del
Señor, escuchaba su Palabra,
40 mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres.
Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me
deje
sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.»