19 «Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba
todos los días espléndidas fiestas.
20 Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal,
cubierto de llagas,
21 deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico... pero hasta los
perros venían y le lamían las llagas.
22 Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al
seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado.
23 «Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo
lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
24 Y, gritando, dijo: “Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a
Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi
lengua,
porque estoy atormentado en esta llama.”
25 Pero Abraham le dijo: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes
durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él
es aquí
consolado y tú atormentado.