11 Estando la gente escuchando estas cosas, añadió una parábola, pues
estaba él cerca de Jerusalén, y creían ellos que el Reino de Dios aparecería
de un momento a otro.
12 Dijo pues: «Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir
la investidura real y volverse.
13 Habiendo llamado a diez siervos suyos, les dio diez minas y les
dijo: “Negociad hasta que vuelva.”
14 Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una
embajada que dijese: “No queremos que ése reine sobre nosotros.”
15 «Y sucedió que, cuando regresó, después de recibir la investidura
real, mandó llamar a aquellos siervos suyos, a los que había dado el dinero,
para saber lo que había ganado cada uno.
16 Se presentó el primero y dijo: “Señor, tu mina ha producido diez
minas.”
17 Le respondió: “¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo
mínimo, toma el gobierno de diez ciudades.”
18 Vino el segundo y dijo: “Tu mina, Señor, ha producido cinco
minas.”