34 «Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el
libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga
aquel Día de improviso sobre vosotros,
35 como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la
faz de la tierra.
36 Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza
y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del
Hijo del hombre.»
37 Por el día enseñaba en el Templo y salía a pasar la noche en
el
monte llamado de los Olivos.
38 Y todo el pueblo madrugaba para ir donde él y escucharle en el
Templo.