3 y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
4 No sabían que pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos
hombres con vestidos resplandecientes.
5 Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a tierra, les dijeron: «¿Por
qué buscáis entre los muertos al que está vivo?
6 No está aquí, ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba
todavía en Galilea, diciendo:
7 “Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los
pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite. “»
8 Y ellas recordaron sus palabras.
9 Regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los Once y
a todos los demás.
10 Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena,
Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas.
11 Pero todas estas palabras les parecían como desatinos y no les
creían.
12 Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se inclinó, pero sólo vio las
vendas y se volvió a su casa, asombrado por lo sucedido.
13 Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús,
que distaba sesenta estadios de Jerusalén,
14 y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado.
15 Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo
Jesús se acercó y siguió con ellos;
16 pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.
17 El les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras
vais
andando?» Ellos se pararon con aire entristecido.
18 Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único
residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en
ella?»
19 El les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el
Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y
de todo el pueblo;