17 Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que
no venga a ser conocido y descubierto.
18 Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no
tenga, aun lo que crea tener se le quitará.»
19 Se presentaron donde él su madre y sus hermanos, pero no podían
llegar hasta él a causa de la gente.
20 Le anunciaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren
verte.»
21 Pero él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que
oyen la Palabra de Dios y la cumplen.»
22 Sucedió que cierto día subió a una barca con sus discípulos, y les
dijo: «Pasemos a la otra orilla del lago.» Y se hicieron a la mar.
23 Mientras ellos navegaban, se durmió. Se abatió sobre el lago una
borrasca; se inundaba la barca y estaban en peligro.
24 Entonces, acercándose, le despertaron, diciendo: «¡Maestro,
Maestro, que perecemos!» El, habiéndose despertado, increpó al viento y al
oleaje, que amainaron, y sobrevino la bonanza.