23 Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
24 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su
vida por mí, ése la salvará.
25 Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si
él mismo se pierde o se arruina?
26 Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se
avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su gloria, en la
de su
Padre y en la de los santos ángeles.
27 «Pues de verdad os digo que hay algunos, entre los aquí presentes,
que no gustarán la muerte hasta que vean el Reino de Dios.»