Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Marcos 10, 35-52

35 Se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen:

«Maestro, queremos, nos concedas lo que te pidamos.»
36 El les dijo: «¿Qué queréis que os conceda?»

37 Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria,
uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»

38 Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que
yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a
ser
bautizado?»

39 Ellos le dijeron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «La copa que yo
voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el
bautismo
conque yo voy a ser bautizado;

40 pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el
concederlo, sino que es para quienes está preparado.»

41 Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y

Juan.

42 Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como

jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes
las oprimen con su poder.

43 Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a
ser grande entre vosotros, será vuestro servidor,

44 y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos,
45 que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a

servir y a dar su vida como rescate por muchos.»

46 Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus
discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un
mendigo ciego, estaba sentado junto al camino.


47 Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «¡Hijo de
David, Jesús, ten compasión de mí!»

48 Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho
más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»

49 Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle.» Llaman al ciego, diciéndole:

«¡Animo, levántate! Te llama.»

50 Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús.

51 Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué quieres que te haga?» El
ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!»

52 Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» Y al instante, recobró la
vista y le seguía por el camino.