9 Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre.»
10 Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto.
11 El les dijo: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete
adulterio contra aquélla;
12 y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.»
13 Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos
les reñían.
14 Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños
vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos
es el
Reino de Dios.
15 Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no
entrará en él.»
16 Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre
ellos.
17 Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y
arodillándose ante él, le preguntó: «Maestro bueno, ¿ qué he de hacer para
tener en herencia vida eterna?»
18 Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino
sólo Dios.
19 Ya sabes los mandamientos: = No mates, no cometas adulterio, no
robes, no levantes falso testimonio, = no seas injusto, = honra a tu padre y a
tu madre.» =
20 El, entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi
juventud.»
21 Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta:
anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el
cielo; luego, ven y sígueme.»
22 Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque
tenía muchos bienes.
23 Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: «¡Qué difícil
es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!»
24 Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas
Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: «¡Hijos, qué difícil es entrar
en el Reino de Dios!
25 Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que
un rico entre en el Reino de Dios.»