2 diciéndoles: «Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y no bien
entréis en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha
montado
todavía ningún hombre. Desatadlo y traedlo.
3 Y si alguien os dice: “¿Por qué hacéis eso?”, decid: “El Señor lo
necesita, y que lo devolverá en seguida”.»
4 Fueron y encontraron el pollino atado junto a una puerta, fuera, en la
calle, y lo desataron.
5 Algunos de los que estaban allí les dijeron: «¿Qué hacéis desatando
el pollino?»
6 Ellos les contestaron según les había dicho Jesús, y les dejaron.
7 Traen el pollino donde Jesús, echaron encima sus mantos y se sentó
sobre él.
8 Muchos extendieron sus mantos por el camino; otros, follaje cortado
de los campos.
9 Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: «= ¡Hosanna!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor! =
10 ¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David! = ¡Hosanna =
en las alturas!»
11 Y entró en Jerusalén, en el Templo, y después de observar todo a
su alrededor, siendo ya tarde, salió con los Doce para Betania.
12 Al día siguiente, saliendo ellos de Betania, sintió hambre.
13 Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si encontraba
algo en ella; acercándose a ella, no encontró más que hojas; es que no era
tiempo de higos.
14 Entonces le dijo: «¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!» Y sus
discípulos oían esto.
15 Llegan a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar
fuera a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó
las
mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas
16 y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo.