2 diciéndoles: «Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y no bien
entréis en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha
montado
todavía ningún hombre. Desatadlo y traedlo.
3 Y si alguien os dice: “¿Por qué hacéis eso?”, decid: “El Señor lo
necesita, y que lo devolverá en seguida”.»
4 Fueron y encontraron el pollino atado junto a una puerta, fuera, en la
calle, y lo desataron.