11 «Y cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis de qué vais
a hablar; sino hablad lo que se os comunique en aquel momento. Porque no
seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu Santo.
12 Y entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se
levantarán hijos contra padres y los matarán.
13 Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que
persevere hasta el fin, ése se salvará.
14 «Pero cuando veáis = la abominación de la desolación = erigida
donde no debe (el que lea, que entienda), entonces, los que estén en Judea,
huyan a los montes;
15 el que esté en el terrado, no baje ni entre a recoger algo de su casa,
16 y el que esté por el campo, no regrese en busca de su manto.
17 ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días!
18 Orad para que no suceda en invierno.
19 Porque aquellos días habrá = una tribulación cual no la hubo =
desde el principio de la creación, que hizo Dios, = hasta el presente, = ni la
volverá a haber.
20 Y si el Señor no abreviase aquellos días, no se salvaría nadie, pero
en atención a los elegidos que él escogió, ha abreviado los días.
21 Entonces, si alguno os dice: “Mirad, el Cristo aquí” “Miradlo allí”,
no lo creáis.
22 Pues surgirán falsos cristos y falsos profetas y realizarán señales y
prodigios con el propósito de engañar, si fuera posible, a los elegidos.
23 Vosotros, pues, estad sobre aviso; mirad que os lo he predicho
todo.
24 «Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se
oscurecerá, la luna no dará su resplandor,
25 las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los
cielos serán sacudidas.