16 Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal
como les había dicho, y prepararon la Pascua.
17 Y al atardecer, llega él con los Doce.
18 Y mientras comían recostados, Jesús dijo: «Yo os aseguro que uno
de vosotros me entregará, el que come conmigo.»
19 Ellos empezaron a entristecerse y a decirle uno tras otro: «¿Acaso
soy yo?»
20 El les dijo: «Uno de los Doce que moja conmigo en el mismo
plato.
21 Porque el Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay
de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese
hombre no haber nacido!»
22 Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se
lo dio y dijo: «Tomad, este es mi cuerpo.»
23 Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron
todos de ella.
24 Y les dijo: «Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por
muchos.
25 Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día
en que lo beba nuevo en el Reino de Dios.»
26 Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.
27 Jesús les dice: «Todos os vais a escandalizar, ya que está escrito: =
Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. =
28 Pero después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea.»
29 Pedro le dijo: «Aunque todos se escandalicen, yo no.»
30 Jesús le dice: «Yo te aseguro: hoy, esta misma noche, antes que el
gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres.»
31 Pero él insistía: «Aunque tenga que morir contigo, yo no te
negaré.» Lo mismo decían también todos.
32 Van a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus
discípulos: «Sentaos aquí, mientras yo hago oración.»
33 Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor
y angustia.
34 Y les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos
aquí y velad.»
35 Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser
posible pasara de él aquella hora.
36 Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta
copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú.»
37 Viene entonces y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «Simón,
¿duermes?, ¿ni una hora has podido velar?
38 Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está
pronto, pero la carne es débil.»
39 Y alejándose de nuevo, oró diciendo las mismas palabras.
40 Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban
cargados; ellos no sabían qué contestarle.
41 Viene por tercera vez y les dice: «Ahora ya podéis dormir y
descansar. Basta ya. Llegó la hora. Mirad que el Hijo del hombre va a ser
entregado en manos de los pecadores.
42 ¡Levantaos! ¡vámonos! Mirad, el que me va a entregar está cerca.»
43 Todavía estaba hablando, cuando de pronto se presenta Judas, uno
de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, de parte de los
sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos.
44 El que le iba a entregar les había dado esta contraseña: «Aquel a
quien yo dé un beso, ése es, prendedle y llevadle con cautela.»
45 Nada más llegar, se acerca a él y le dice: «Rabbí», y le dio un beso.
46 Ellos le echaron mano y le prendieron.
47 Uno de los presentes, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo
Sacerdote, y le llevó la oreja.
48 Y tomando la palabra Jesús, les dijo: «¿Como contra un salteador
habéis salido a prenderme con espadas y palos?
49 Todos los días estaba junto a vosotros enseñando en el Templo, y
no me detuvisteis. Pero es para que se cumplan las Escrituras.»
50 Y abandonándole huyeron todos.
51 Un joven le seguía cubierto sólo de un lienzo; y le detienen.
52 Pero él, dejando el lienzo, se escapó desnudo.
53 Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y se reúnen todos los
sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas.
54 También Pedro le siguió de lejos, hasta dentro del palacio del
Sumo Sacerdote, y estaba sentado con los criados, calentándose al fuego.
55 Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero andaban buscando
contra Jesús un testimonio para darle muerte; pero no lo encontraban.