49 Todos los días estaba junto a vosotros enseñando en el Templo, y
no me detuvisteis. Pero es para que se cumplan las Escrituras.»
50 Y abandonándole huyeron todos.
51 Un joven le seguía cubierto sólo de un lienzo; y le detienen.
52 Pero él, dejando el lienzo, se escapó desnudo.
53 Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y se reúnen todos los
sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas.
54 También Pedro le siguió de lejos, hasta dentro del palacio del
Sumo Sacerdote, y estaba sentado con los criados, calentándose al fuego.
55 Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero andaban buscando
contra Jesús un testimonio para darle muerte; pero no lo encontraban.
56 Pues muchos daban falso testimonio contra él, pero los testimonios
no coincidían.
57 Algunos, levantándose, dieron contra él este falso testimonio:
58 «Nosotros le oímos decir: Yo destruiré este Santuario hecho por
hombres y en tres días edificaré otro no hecho por hombres.»
59 Y tampoco en este caso coincidía su testimonio.
60 Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y poniéndose en medio,
preguntó a Jesús: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos
atestiguan
contra ti?»
61 Pero él seguía callado y no respondía nada. El Sumo Sacerdote le
preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?»
62 Y dijo Jesús: «Sí, yo soy, y veréis = al Hijo del hombre sentado a la
diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo.» =
63 El Sumo Sacerdote se rasga las túnicas y dice: «¿Qué necesidad
tenemos ya de testigos?
64 Habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece?» Todos juzgaron que
era reo de muerte.
65 Algunos se pusieron a escupirle, le cubrían la cara y le daban
bofetadas, mientras le decían: «Adivina», y los criados le
recibieron a
golpes.
66 Estando Pedro abajo en el patio, llega una de las criadas del Sumo
Sacerdote
67 y al ver a Pedro calentándose, le mira atentamente y le dice:
«También tú estabas con Jesús de Nazaret.»
68 Pero él lo negó: «Ni sé ni entiendo qué dices», y salió afuera, al
portal, y cantó un gallo.
69 Le vio la criada y otra vez se puso a decir a los que estaban allí:
«Este es uno de ellos.»
70 Pero él lo negaba de nuevo. Poco después, los que estaban allí
volvieron a decir a Pedro: «Ciertamente eres de ellos pues además
eres
galileo.»
71 Pero él, se puso a echar imprecaciones y a jurar: «¡Yo no conozco a
ese hombre de quien habláis!»
72 Inmediatamente cantó un gallo por segunda vez. Y Pedro recordó
lo que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante dos veces, me habrás
negado tres.» Y rompió a llorar.