8 Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos
pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros
corazones?
9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te
son
perdonados”, o decir: “Levántate, toma tu camilla y anda?”
10 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder
de perdonar pecados - dice al paralítico -:
11 “A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.”»
12 Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista
de
todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios,
diciendo: «Jamás vimos cosa parecida.»
13 Salió de nuevo por la orilla del mar, toda la gente acudía a él, y él
les enseñaba.
14 Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el despacho de
impuestos, y le dice: «Sígueme.» El se levantó y le siguió.
15 Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Leví, muchos
publicanos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues
eran muchos los que le seguían.
16 Al ver los escribas de los fariseos que comía con los pecadores y
publicanos, decían a los discípulos: «¿Qué? ¿Es que come con
los
publicanos y pecadores?»